Su concejal, Miguel Saro, se pregunta sobre la utilidad de una Fundación ue gestiona la totalidad de las políticas culuturales municipales y sobre cuyos resultados no existe control alguno.
El portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento ha presentado para su debate en el siguiente pleno una propuesta para obligar al Ayuntamiento a auditar a la Fundación Santander Creativa para comprobar la necesidad de una fundación que marque las directrices culturales de la ciudad ninguneando el trabajo de la Concejalía, y a la vista del resultado, estudiar la reducción del presupeusto de aquella apa devolverlo a la gestión directa municipal.
En la actualidad, la Fundación, posee un presupuesto de 805.000 euros anuales, un tercio de estos procedentes del Banco Santander o la Fundación Botín, que condicionan las directrices de política cultural que decide en exclusiva la Fundación en la ciudad.
El concejal de IU ha criticado la forma de planificación de actividades culturales de la Fundación, que ha pasado de ser un instrumento de mediación entre las iniciativas del sector cultural sobre las que esta oficina estudiaba, valoraba e impulsaba los proyectos, a un concurso anual organizado por una Fundación consolidada por el ayuntamiento con una decreciente aportación del Banco de Santander y la Fundación Botín, que regula un concurso popular de ideas y una lista de proyectos establecidos de los que no disponemos de una auditoría publicada que permita medir la utilidad del proceso.
Mientras tanto, los servicios culturales municipales que pudiera romper la brecha existente entre barrios “queridos” en materia de política cultural por nuestro gobierno municipal, a los que se destinan todos los recursos públicos, y los barrios populares, como la red de bibliotcas públicas, quedan sin presupuesto.
El propio ayuntamiento renuncia a ejercitar de forma directa las políticas públicas limitándose a periódicas aperturas e inauguraciones de espacios físicos para los que posteriormente se subcontrata la gestión, a ceder las zonas más codiciadas de la ciudad, urbanísticamente hablando, a entidades privadas con fines aparemente culturales.
El resultado de todo esto, según Saro, es que nos encontramos con un panorama de indudable atraso de nuestra ciudad en un contexto en el que el resto de capitales y ciudades de la cornisa cantábrica y del Norte de Castilla llevan lustros apostando por políticas de fomento, no sólo de la creación y oferta cultural como atractivo hacia el exterior, sino lo que es más importante, e imprescindible para obtener lo primero, fomentando la educación y dotación de recursos culturales de y para el conjunto de la ciudadanía.