Tribuna de Antonio Hontañón Abad, responsable de Acción Política de Izquierda Unida de Cantabria
En las últimas semanas la plantilla de Sistemas Britor ha estado protagonizando, con todas las letras, un conflicto laboral. La empresa negaba por sistema cualquier aproximación al convenio estatal que debería regir sobre esta actividad. Ofrecía subidas salariales muy tímidas, echaba balones fuera respecto a las jornadas de distribución irregular…tras la reunión en el ORECLA del 27 de julio entre los representantes de las trabajadoras y la dirección, se trasladó a la plantilla una oferta claramente insuficiente. Ese mismo día se concentraban frente al gobierno regional, gritando la consigna que da título a este texto.
El lunes siguiente las trabajadoras rechazaban la propuesta y votaban ir a la huelga indefinida. Se mantienen firmes, el seguimiento es altísimo y la empresa hace cuentas.
El jueves 3 de agosto, reunidas de nuevo las partes en el ORECLA, Sistemas Britor S.L. acepta el 95% de las peticiones del comité de empresa. Incremento salarial con carácter retroactivo, aumento en la retribución de las horas nocturnas, reducción de 21 a 3 en los días de distribución irregular de jornada. Asunción de partes significativas del antiguo convenio de Multiprosur, es decir, la plantilla alcanza el amparo de un marco regulador mucho más favorable que el que venía siendo aplicado arbitrariamente. Y en septiembre se completarán las partes pendientes, para cerrar un convenio satisfactorio para la plantilla. La huelga ha sido un completo éxito para las trabajadoras de Britor, un éxito merecido que premia su constancia y su determinación. La lucha renta, esta es una evidencia más que celebramos desde IUC. Hemos vivido de cerca este conflicto desde el primer momento, como corresponde a una organización que aspira a representar los intereses de la clase trabajadora.
El antisindicalismo es una de las herramientas más útiles de las que disponen las fuerzas económicas que se benefician del repliegue del movimiento obrero. Disuadir al precariado de plantear siquiera un pulso, ya que el resultado está marcado por la correlación de fuerzas. Y sin embargo, se mueve. El número de huelgas se ha incrementado un 4% en el primer semestre del año, pese a las furiosas intentonas del gobierno y la patronal por decretar el fin de la crisis y el advenimiento de los viejos buenos tiempos.
Estos viejos buenos tiempos que nos quieren vender, se sustentan en el deterioro de las condiciones de vida de millones de trabajadores. Ganan menos, trabajan más horas, en peores condiciones, y los servicios públicos que necesitan para mantenerse por encima del umbral de la pobreza, han sido igualmente recortados.
Lo vivido estas semanas alrededor de la fábrica situada en Mercasantander, nos reafirma en la certeza de que sólo a través de la movilización y la reivindicación lograrán esos millones de ciudadanos recuperar aquello que se les ha arrebatado a golpe de reforma y retroceso.
Son 104 personas cuyos salarios medios apenas superan los 800 euros, muchas llevan en la fábrica desde sus inicios como Multiprosur, han visto pasar por la dirección de la empresa a coreanos, belgas, lituanos, etc. con sus nuevas sinergias y dinámicas, sus ajustes para cuadrar los números en pos de la sostenibilidad…siempre a costa de sus condiciones de trabajo. Y siempre de la mano de una legislación cada vez más desfavorable, fruto de las sucesivas reformas del PPSOE que servían para atraer a los buitres exóticos que sobrevuelan, atentos a las oportunidades para instalarse en un país en el que dejen explotar sin molestias la mano de obra contratada.
Nuestras protagonistas son trabajadoras sin red que dependen del salario que se ganan a costa de muchas horas de calor y de frío, y de muchos turnos arbitrarios. Sabían lo que se jugaban, y sabían además que a su lado no estaban las autoridades de Cantabria. Han vivido en carne ajena lo que experimentaron las trabajadoras de La Gallofa, los estibadores del puerto de Santander, las teleoperadoras, las trabajadoras de la teleasistencia, y tantos otros conflictos laborales con protagonistas cántabros, y en los que su gobierno se lavó las manos.
Y en todo este conflicto, lo vivieron en sus propias carnes, con el agravante del cartel que tienen que ver cada día en la entrada de la fábrica: “Consejería de desarrollo rural, ganadería, pesca y biodiversidad. Ministerio de medio ambiente y medio rural y marino. Fondo europeo de la pesca. Inversión: 2.001.092’29e. Promotor Sistemas Britor, SL.”
A mayor gloria de nuestros amigos del báltico, los gobiernos autonómico y nacional participan de la concesión de una jugosa ayuda a costa del FEMP. Si uno repasa los motivos de este fondo de la UE, se encuentra en tercer lugar: “Financiar proyectos para crear empleo y mejorar la calidad de vida en las costas europeas.”*
El presidente Revilla pudo haber descolgado el teléfono para interesarse por el asunto, acercase a la concentración que se celebraba debajo de su despacho, incluso a la puerta de la fábrica, en donde hubiese podido ver el cartelito con los 2.000.000 de subvención. También pudo telefonear a nuestro paisano en el gabinete de Rajoy, e informarle de lo que estaba ocurriendo. Una gestión de ese líder europeo que es Mariano hubiese hecho temblar a las autoridades lituanas. Un país que Rajoy conoce de sobra a través de las hazañas de Sabonis y compañía narradas en el Marca.
Pero Revilla no hizo ninguna de esas cosas, ni nuestro paisano en el gobierno movió un dedo en pos de facilitar alguna mediación con la propiedad lituana. Y tampoco se puede decir que las trabajadoras de Britor hayan estado especialmente acompañadas por el resto de fuerzas políticas, a excepción de unos servidores de IUC/PCC, y de los compañeros del PCPE que allí estuvieron también. Pregunten a ellas y no me dejaran mentir.
Unidas, firmes y con un objetivo claro. Así han permanecido a lo largo de este proceso, y así han alcanzado una victoria incuestionable en función de lo pedido y lo obtenido.
Ningún obrero en huelga pretende hacerse rico con el conflicto en curso. Ningún convenio firmado ha consignado unos salarios y unas jornadas que desemboquen en cuentas millonarias y vacaciones en el caribe cada tres meses. Si una plantilla de trabajadores asume el riesgo de perder su salario de manera indefinida, y se expone a las consecuencias posteriores en términos de represalias que acarrea su desafío, es sencillamente porque el grado de disfunción en el acuerdo que debe regir la actividad productiva, es total. Y ese acuerdo, que debe fundamentarse en una retribución justa y una jornada compatible con el desarrollo de la vida personal y social de todo trabajador, se rompe siempre del mismo lado. Las rentas del capital han doblegado a las del trabajo no sólo en las estadísticas implacables, esos números sólo reflejan la realidad de un momento histórico en el que los dueños del capital se disponen a instaurar otra era de dominio absoluto sobre los dueños únicamente de su fuerza de trabajo.
Y para quienes siguen desde la distancia este tipo de acontecimientos, perteneciendo ellos mismos a la clase trabajadora, incluso a organizaciones supuestamente progresistas, me gustaría dejar una última reflexión. Si seguimos cediendo terreno en el campo de batalla principal, en el que se sustancian las relaciones económicas que determinan posteriormente el resto de interacciones, subordinando ese combate al ritmo o la irrupción de otros más atractivos por su novedad, llegará el día en el que los gamusinos tengan más derechos reconocidos que las trabajadoras eventuales. Lo cual no es necesariamente malo para el gamusino, pero es letal para el ser humano asalariado, especie capaz de estar en vías de extinción pese a poblar los cinco continentes.
Por suerte las valientes de Britor no sabían que la huelga había pasado de moda, que el movimiento obrero anda replegado, ni que las hombreras vuelven. Ellas son más prácticas.