Rabia, coraje, impotencia,… son sólo algunos de los sentimientos que me han aflorado cuando me llamaron para informarme de la sentencia contra los dos COMPAÑEROS detenidos en Torrelavega durante la Huelga General del 14 de noviembre de 2012.

Por desgracia, sobre todo en los últimos meses, cada vez es más habitual leer información sobre imputaciones, detenciones y condenas contra trabajadores y sindicalistas que defienden su puesto de trabajo o sus condiciones laborales, o contra ciudadanos que luchan por su dignidad, porque no les quiten su techo, contra la injusticia, contra el atropello, contra el abuso de poder de este sistema que cada vez huele más a podrido.

En el caso de los COMPAÑEROS, estaban, junto con cientos de ciudadanos de Torrelavega entre los que me encontraba, secundando una Huelga General y animando a todos los trabajadores a que se uniesen al paro y a la protesta ante el mayor ataque contra el derecho de los trabajadores y trabajadoras de este país en los últimos 30 años. Son días donde es normal que se produzcan momentos de tensión, disputas, pequeños altercados. Sin embargo, en 3 Huelgas Generales que he vivido de forma muy directa por la responsabilidad que tenía en mi sindicato, sólo he visto 2 incidentes de consideración: uno fue ocasionado por un empresario que perdió la cabeza y que pudo ocasionar una desgracia sobre todo por la falta de efectivos policiales, y el otro fue precisamente por lo contrario: por la presencia y, en mi opinión, el abuso de efectivos policiales. Y digo abuso porque intervinieron solamente cuando se vieron en clara ventaja, y con el único objetivo, desde mi humilde sentir, del escarmiento.

Hubo un hecho que hizo que el grupo de los dos COMPAÑEROS fuese débil en cuanto a número, y fue que una parte importante del piquete tuvimos que marchar con urgencia en apoyo de los trabajadores, (entre los que me encuentro), de la empresa Bridgestone en Puente San Miguel, puesto que la guardia civil estaba preparándose para cargar contra ellos. Se puede decir que evitamos la agresión de la benemérita pero, por el contrario, favorecimos involuntariamente que intervinieran los nacionales.

Ya de regreso de Puente San Miguel, yo me encontraba en la Plaza Mayor organizando la salida de la gran manifestación que iba a transitar por distintas calles de Torrelavega, cuando recibí una llamada que me informaba de la detención de los COMPAÑEROS y, casualidades de la vida, estaba hablando y contando lo ocurrido durante la jornada a un buen amigo y gran abogado, que ha trabajado en numerosas ocasiones para el sindicato, al que le pido el favor de que se persone en comisaría para asistirlos como letrado.
La manifestación sale y cuando la gente es informada de la detención se decide cambiar el recorrido y acabamos las miles de personas frente a la comisaria exigiendo la puesta en libertad de nuestros COMPAÑEROS.

 

Pido a los efectivos que se encontraban custodiando la comisaria, 3 agentes, que me hagan el favor de dejar entrar porque quiero hablar con algún responsable policial para pedir la puesta en libertad de los COMPAÑEROS y una explicación de los hechos. Acceden a dejarnos pasar a dos sindicalistas, y justifican su intervención con argumentos que personalmente me parecieron chocantes, por no decir peregrinos, como que estaban intentando desmontar la luna de un banco, o que si uno de ellos llevaba una mochila “sospechosa” que desapareció cuando le detuvieron, o incluso que si podían tener vínculos con la “kale borroka”.

El problema es que en la mayoría de estos procedimientos judiciales, y éste no es una excepción, se da la presunción de veracidad a los agentes de la policía nacional, compañeros de los que hemos visto la semana pasada como se reían a carcajadas cuando se disponían a desahuciar de su vivienda a una pareja con 3 niños pequeños, uno de ellos con 2 semanas de vida. Y primos hermanos del guardia civil indultado por Gallardón que, en vez de socorrer a una mujer que estaba siendo objeto de abuso sexual, se dedicó a grabarlo con su móvil. Se cree a pies juntillas todo lo de las agresiones y las lesiones. Me hubiese gustado que su señoría viese como se reía un conocido mío, miembro del mismo cuerpo de seguridad, cuando hablaba sobre la facilidad que tienen algunos agentes de lesionarse en actos de servicio.

Y qué decir de la pluma Mont-Blanc que perdió uno de los agentes. La jueza bien podría haberle aconsejado que a partir de ahora pidiese bolis bic a sus superiores para su desempeño laboral. Quién sabe si su mal fario puede hacer que en la próxima “actuación” pierda un rolex. Quizás todo dependa de la promoción en la que consiguió su cargo con presunción de veracidad, puesto que ya se sabe que hubo muchos años en los que las oposiciones no fueron demasiado exigentes, para así poder cubrir todas las plazas necesitadas.

Nos queda una esperanza, y es que la sentencia no es firme, aunque ya se sabe que en este país donde la “Justicia es igual para todos”, hay que tener dinero para poder ejercer ese “derecho”.

Por mi parte, mucho ánimo COMPAÑEROS. Tenéis todo mi apoyo, incluido si hiciese falta, la participación y colaboración en cualquier acto o campaña para recaudar fondos. De la misma manera, pediré a mi sindicato que colabore económicamente, y que emprenda todas las acciones de protesta y fuerza que sean necesarias y estén en nuestro alcance, para luchar contra esta campaña de persecución y criminalización de la lucha por la Justicia Social que tiene como claro objetivo que seamos sumisos y dóciles. Pero no lo van a conseguir.

 

Publicada en hoytorrelavega.es